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Emi Aguilar: Libertad de culto.

Emiliano Etelvino Aguilar nació y fue bautizado católico. Todas las precisiones biográficas que se puedan dar sobre él no tienen sentido, pues Emiliano se empecina en hacer de su vida una sucesión constante de anécdotas que se superan unas a otras.
Digamos que nació y se compró algunas guitarras, luego se compró un Citroen 3CV, y hoy las calles de Los Polvorines lo ven pasear cual Juan Ponce de León por Costa Esperanza (Los Polvorines y Costa Esperanza tienen mucho en común: las calles de tierra y las casas de chapa).
Al terminar el primario tuvo ganas de meterse un ratito a la pileta, y se convirtió al adventismo.
En su adolescencia, Emi se destacó como futbolista: era él quien siempre le erraba a la pelota. Por este motivo, para participar de los Torneos Juveniles Bonaerenses y poder gozar de algunas faltas justificadas al año, se metió en el grupo folklórico del colegio. Pero su obsesión era el rock, si hasta se había perforado con un arito la oreja derecha en homenaje a Cerati (nosotros creemos que es otra de sus mariconadas encubiertas).
En fin, luego de pasar por decenas de banditas menores, llegó a tocar en La Recalcada, una banda que en términos de popularidad, fue a Los Polvorines lo que Rafael Júnior a Carmen de Patagones. Aprovechando su buen momento, Emiliano comenzó a salir con la evangélica más linda que había en toda la escuela, y se bautizó al evangelismo.
A los 18 años se metió a marino mercante, no le gustó la primera parte y terminó por apostar a la música. Volvió a Los Polvorines, y mientras alternaba entre sus estudios, la docencia, y algún que otro recital en vivo, llegó a los 25 años a dos cosas muy importantes para su vida: ser guitarrista del Pellican Jazz Quinteto y su cuarta religión. Emi se metió con otra chichi y se pasó a Testigo de Jehová.
Director musical de “Sí, Amo” y guitarrista de la Yeneral Electric Jazz Band, Emi Aguilar sigue apostando a lo que hace y buscando su destino en la vida: está saliendo con una budista.
Hoy día Emi disfruta de todo aquello que le tocó en suerte: ser un calvo reprimido, andar en Citroen 3CV, y tener un pene minúsculo.

Trauma: No soporta los ambientes puros y silenciosos.
Motivo aparente: Se le escapó un pedo en una clase de yoga.

SI USTED CREE QUE ÉSTA INFORMACIÓN ES POCO SERIA, POCO SERÍA.